octubre 24, 2010

No siempre uno escribe grotesco, a veces también como Américo.




Los días nublados son para fumar sola en la línea del tren. Es tan desolado el paisaje de la línea. Quizá por eso ni suicidas medrosos se asomen a florecer, o puede que sea también por el basural. Hay vidrios, botellas desechables, cachureos y máquinas del tiempo.

Siempre hay magia entre las ruinas. Esa tarde: la molturación portentosa del reloj.

Presioné el botón de la maquinita, retrocedió la tierra, las penas, las nubes. Entonces ¡ p r i m a v e r a  en el cerro! El tiempo se detuvo en ese momento. Ahí, le leí la siguiente nota: ''Usted me cae muy bien. Podríamos escalar árboles antiguos, volar en bicicleta, columpiarnos y hacer piruetas. Si nos da frío, podríamos darnos calor. Si queremos besarnos, nos besamos. Si usted no quiere, bien yo podría hacerlo con los ojos. O simplemente, no importaría. Los besos son como un intercambio de bacterias un poco ridículo, que a veces vienen con pedacitos de magia sideral a molestarnos. Podríamos también, correr por las praderas y jugar como en Un puente hacia Terabithia. Ser buenos amigos, inventar historias y filmar películas. Yo a usted podría quererlo mucho y de muchas formas. Pero siempre, como gorrión y mariposa. Libre como el viento.''


censurA

1 comentario:

profellevémoslaalmuseoustedesmuyviejapamí dijo...

pero Polilla no te vayai a trompezarte y caerte al riachuelo como la Leslie po :’(