Alcantarillado en el Sol.

Veíamos nomos amigables en árboles azules antes de los megabits. Nos gustaba andar en bicicleta y sentir el viento en nuestras caras. Saborear la dulce carcajada y correr detrás de volantines veloces. Una noche impúdica el repulsivo ataque bacterioilógico de un crimen se incrustó en las mágicas ventanas infantiles. Nos carcomió el cerebro.

Venimos de la sombra de la  garrafa de vino pútrido y chabacano. Somos el vómito y los coágulos de sangre del torturado, lo que ha defecado la sociedad con su orto pestilente. La abominable mierda subproletaria. Marginal y violenta.  Sin hermanos ni amigos ni amores ni sueños. Somos los hijos del neoliberalismo. No te metas con nosotros.